Trump gana tiempo y amplía sus opciones militares en el conflicto Israel-Irán

Con información de David E. Sanger y Tyler Pager, The New York Times
Washington, D.C. – La reciente decisión del presidente Donald Trump de tomarse hasta dos semanas para decidir si Estados Unidos se involucra directamente en la guerra entre Israel e Irán ha sido presentada por la Casa Blanca como una oportunidad más para la diplomacia. Pero, según expertos y fuentes oficiales, este movimiento también le ofrece a Trump una valiosa ventaja estratégica: tiempo para fortalecer su arsenal militar y evaluar nuevas opciones encubiertas.
En palabras de los periodistas David E. Sanger y Tyler Pager del New York Times, el mandatario norteamericano no solo estaría abriendo un último “carril de salida” diplomático para Teherán, sino también preparando el terreno para una eventual intervención, aprovechando la destrucción parcial de infraestructura crítica iraní por parte de Israel.
Según fuentes militares citadas en el informe, en solo seis días de bombardeos intensivos, Israel ha destruido una de las dos principales plantas de enriquecimiento de uranio de Irán, gran parte de su flota de misiles, así como altos mandos militares y científicos nucleares del régimen. Esta devastación podría cambiar la postura del líder supremo iraní, el ayatolá Alí Khamenei, quien recientemente rechazó un acuerdo que habría limitado el enriquecimiento de uranio en territorio iraní.
Algunos analistas, como el almirante retirado James G. Stavridis, sugieren que la pausa anunciada por Trump podría ser una maniobra de distracción: “Tal vez sea una estrategia muy inteligente para adormecer a los iraníes y hacerlos bajar la guardia”, declaró en CNN.
El plazo de dos semanas también permite reposicionar recursos estratégicos: un segundo portaaviones estadounidense se dirige a la región, y la Fuerza Aérea israelí gana tiempo para debilitar las defensas alrededor de la instalación nuclear subterránea de Fordo. El objetivo sería minimizar riesgos para las tropas estadounidenses en caso de que Trump decida atacar.
Además, la decisión desliga a Trump de la presión inmediata de su aliado, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quien ha urgido a EE.UU. a sumarse al conflicto con armamento que Israel no posee. Netanyahu ya adelantó que utilizará este lapso para intentar destruir la planta nuclear de Fordo: “Lograremos todos nuestros objetivos. Todos sus centros nucleares serán alcanzados. Tenemos el poder para hacerlo”, afirmó.
Expertos internacionales aseguran que Israel lleva años preparando opciones militares y operaciones encubiertas para sabotear el sistema eléctrico que alimenta las centrifugadoras nucleares iraníes, provocando su colapso. Según informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), la destrucción de una planta eléctrica clave en Natanz podría haber dañado gravemente miles de centrifugadoras en funcionamiento.
Estados Unidos también contempla el impacto político de su pausa estratégica. El enviado especial del presidente, Steve Witkoff, ha mantenido contactos recientes con el viceministro iraní Abbas Araghchi, abriendo una tenue posibilidad de diálogo. Sin embargo, exfuncionarios como Laura Holgate —exembajadora ante la OIEA bajo la administración Biden— consideran que “la rendición directa o el abandono total del enriquecimiento siguen fuera de la mesa para Irán”.
Para el académico Robert Litwak, experto en diplomacia nuclear, “la aguja diplomática que ambas partes deben enhebrar es delicada: que EE.UU. reconozca el derecho de Irán a enriquecer uranio y que Irán acepte desmantelar por completo su programa nuclear”.
Mientras tanto, Trump ha polarizado a su base. Ha llamado a los 10 millones de habitantes de Teherán a evacuar y ha afirmado que EE.UU. tiene “control total del espacio aéreo iraní”. También insinuó saber dónde se esconde el líder iraní, pero aclaró: “no lo mataremos… al menos por ahora”.
Dentro del propio Partido Republicano, las reacciones son mixtas. Mientras figuras como el vicepresidente JD Vance insisten en que Trump no busca una nueva guerra, otros aliados de línea dura como los senadores Lindsey Graham y Tom Cotton exigen acción militar inmediata. “Apoye a Israel para eliminar la amenaza nuclear. Si hay que enviar bombas, envíelas. Si hay que volar junto a Israel, hágalo”, urgió Graham en Fox News.
En contraste, voces influyentes del movimiento MAGA como Marjorie Taylor Greene y Tucker Carlson han condenado una posible intervención estadounidense. “Quienes salivan por una guerra entre EE.UU. e Irán no son ‘America First’”, escribió Greene.
La tensión crece. Trump aún no ha tomado una decisión final. Pero en sus propias palabras: “Nada está perdido todavía”.
Fuente:
David E. Sanger y Tyler Pager. “Trump Buys Himself Time, and Opens Up Some New Options”, The New York Times. Junio 2025.