Usados, prestados o de intercambio, las puertas de acceso a la lectura son infinitas

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La tecnología ha transformado la manera en que accedemos a la lectura, pero los libros usados siguen siendo una opción valiosa para quienes buscan no sólo sumergirse en el conocimiento, sino también dar una nueva vida a ejemplares que, con el paso de los años, se convierten en tesoros literarios.

Una muestra de la vigencia de este mercado es Libro Reliquia que, durante más de 20 años, ha ofrecido a los lectores una cuidada selección de obras que, según su propietario, Manolo Patrocino, “son difíciles de encontrar”.

Con una red de contactos que abarca librerías físicas y digitales de España, y proveedores locales, la empresa logra acceder a títulos difíciles de conseguir.

El costo es uno de los mayores atractivos, siendo la literatura universal la más accesible dentro de su plataforma, con obras como novelas, poesía, ensayo y teatro que comienzan desde tan solo 150 pesos.

Las razones por las que un cliente busca un libro usado son variadas. “Algunos lo hacen por la escasez. Son ediciones agotadas, difíciles de encontrar, y para conseguirlas es obligatorio recurrir a este tipo de librerías“.

Su oferta incluye una gran variedad de géneros, pero la novela es, sin lugar a dudas, el más demandado.

Entre los títulos más vendidos se encuentran clásicos universales como “Cien años de soledad” de García Márquez, “Los miserables” de Víctor Hugo, o “Anna Karenina” de León Tolstói.

¿Es un negocio lucrativo? Pese a que tiene su demanda, Patrocino deja claro que “no es un negocio para hacerse rico. Se sobrevive”. Para él, lo más satisfactorio es poder compartir su pasión por la lectura con quienes verdaderamente aprecian un buen libro.

El caso de Bibliorefri

¿Qué tienen en común un refrigerador abandonado y un libro olvidado? Para Laura Vizcarra Hernández, su creadora, la respuesta es simple: ambos merecen una segunda oportunidad.

Así nació el proyecto Bibliorefri, una iniciativa innovadora que transforma refrigeradores inservibles en bibliotecas comunitarias. Originado en México y replicado en nuestro país, este proyecto fusiona lectura, arte urbano, reciclaje y conciencia social, ofreciendo una puerta accesible al mundo de la lectura a través de libros usados.

“Es una cadena virtuosa: reciclamos refrigeradores y también relatos”, afirma Vizcarra, sobre este proyecto que ya ha instalado cinco Bibliorefri y va camino del sexto, dada la respuesta de la comunidad que ha sido notablemente positiva.

Otras opciones

En pleno corazón de la ciudad (y en otros rincones del país) rueda un proyecto que está acercando los libros a la gente, sin etiquetas ni exclusiones. Se trata de El carretón de libros, una iniciativa con una misión clara: fomentar el hábito de la lectura en el país.

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¿Cómo? A través del préstamo gratuito de libros y un montón de actividades educativas y culturales que giran en torno a la magia de leer. Tiene presencia en la Zona Colonial, el Mirador Sur y Moca.

Por otro lado, ¿te imaginas poder cambiar esos libros que ya leíste por otros nuevos, sin gastar ni un peso? Eso es exactamente lo que hace Intercambia Libros RD, al promover el acceso a la lectura dando nueva vida a más de 500,000 libros donados.

Si eres amante de los libros y visitas el Parque Iberoamericano, no puedes dejar de visitar Cafecito del Parque, el primer librero público para intercambio de libros de la República Dominicana. La idea es simple: trae ese libro que ya leíste y cámbialo por uno que te llame la atención, sin ningún costo.

Por último, si vives en Santo Domingo, SDQ Lee, esta plataforma se especializa en la venta de libros y accesorios literarios, pero también organiza actividades ocasionales donde puedes intercambiar libros usados por tan solo 50 pesos cada uno. Está en Ágora Mall, Galería 360, Colina Centro y Megacentro.

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Un parque recreativo de lectura en Santo Domingo. (FUENTE EXTERNA)
Oasis literarios al aire libreEn tiempos donde todo corre y lo digital domina, aún existen rincones que invitan a pausar, respirar… y leer.

Así ocurre en varios parques del país gracias a la iniciativa “Parques recreativos: de la industria a la comunidad”, que ha convertido estos espacios en lugares donde la lectura también tiene un rol.

Lo que hace especiales a algunos de ellos es la inclusión de casetas de libros: pequeñas bibliotecas abiertas que reciben a sus lectores con los brazos —y páginas— abiertos, donde los visitantes pueden leer libremente durante su estadía en el parque.

Aquí hay opciones para todas las edades y gustos: historia, novela, política, poesía, cuentos… todo cabe en estas casetas que albergan hasta 70 títulos cada una.

El gran aliado de esta iniciativa es el Banco Popular Dominicano, que no solo ha apadrinado la renovación de varios parques, sino que ha hecho posible la instalación de casetas de lectura en tres puntos muy especiales: Parque Sargento Técnico Emilio García, en la Base Aérea de San Isidro; Parque Municipal Infantil de La Vega; y Parque Benito Juárez, en Villa Olga (Santiago).

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