Vivir con miedo en Puerto Rico
La isla de Puerto Rico, una de las Antillas mayores enclavada en el caribe, un verdadero paraíso terrenal, donde siempre es verano. Está atravesando una de sus peores crisis, económica, política y social. Asolada por una violencia rampante, es uno de los territorios con más asesinatos de Estados Unidos, se lo compara en mediciones de criminalidad a la par con países como México.
Su posición geográfica coloca la isla en el mismo epicentro del corredor de ciclones y tormentas tropicales. Cada año está bajo la amenaza de lo que se conoce como “temporada de huracanes, que da inicio el 1 de junio y termina el 30 de noviembre de cada año.
En septiembre, 2017, el huracán María asoló la isla, es considerado el ciclón más mortífero desde hace 85 años y posee el record mundial de ser el más intenso en la categoría 5. Fue una catástrofe que afectó a los habitantes de Puerto Rico al extremo de crear una gran crisis humanitaria de proporciones nunca vistas, de cuyos efectos todavía no se repone; 4, 645 personas documentadas murieron. El suministro eléctrico quedó anulado por largos meses, las infraestructuras de la isla quedaron seriamente dañadas y el 90% de las casas destruidas.
Las pérdidas fueron estimadas en $92 mil millones de dólares, es casi lo que produce la isla en su totalidad cada año. La situación forzó a los puertorriqueños a un éxodo masivo, se cree que más de 200 mil boricuas salieron de la isla solo en los meses posteriores a la tragedia. El problema se agudizó al no recibir la ayuda adecuada del gobierno federal de EEUU, tal y como hizo con Texas y Florida, afectados por dos tormentas ese mismo año.
El pueblo está en las calles, este domingo han salido con banderas, cacerolas y cucharas, la multitud parece interminable, la protesta agrupa a miles que reclaman la salida del gobernador, Ricardo Rosselló. La concentración está encabezada por profesores, líderes sindicales, activistas comunitarios, novatos, estudiantes, padres y madres que han marchado a la mansión del gobernador, esto es cada día, desde hace casi una semana. En ocasión las protestas se han tornado violentas y se han escenificado agrios enfrentamientos con los organismos de seguridad pública.
Son las filtraciones de correos la causa real de las protestas?
Para nada. Las filtraciones de unas conversaciones “inadecuadas” en un chat grupal del entorno del gobernador, filtrado recientemente, parecería la causa probable de las manifestaciones y amenazas de huelga general para este lunes convocada por los gremios nacionales, que piden al unísono la renuncia del gobernador. Pero no es así, en realidad, esto es solo la puntita del iceberg, las causas son mucho más profundas, con raíces en un prologando estado de crisis económica inducida por políticos y empresarios de la isla corruptos y malversadores de los fondos públicos.
Recientemente, el presidente Donald Trump se refirió en su cuenta de Twitter al estado de corrupción de los políticos puertorriqueños, “Están sucediendo muchas cosas malas en Puerto Rico. Conozco bien al pueblo de Puerto Rico y son geniales. ¡Pero muchos de sus dirigentes son corruptos y están desfalcando al gobierno de Estados Unidos!”.
Es el cúmulo de acciones mediocres del sector político, cuyos titulares de corrupción administrativa en los periódicos, solo son sustituidos por otro cada vez mayor. Es la expresión del sufrimiento de un pueblo, de la impotencia que va dejando el mal manejo de las políticas públicas, del robo descarado de los recursos del estado por la dirección política de todos los partidos . Es así como el pueblo puertorriqueño se está levantado, empujado por una ira que solo se escucha el inefable sufrimiento de un pueblo lleno de sufrimientos.
Las organizaciones y los dirigentes políticos de Puerto Rico, han convertido el país en un estado fallido. La salida de la actual crisis no se va a resolver con la salida del gobernador Rosselló. Él se puede largar esta misma tarde, cuando quiera. Eso no va a cambiar nada. La solución de la crisis, si se quiere algo serio y duradero, que transforme la vida de los ciudadanos, tiene que venir del gobierno federal de EEUU. Puerto Rico es un estado que debe ser intervenido, arrebatado a los “ladronasos” que por décadas han estado alternándose el poder y saqueando la nación.
Lo peor es que en este esquema de saqueo y robo vulgar, los empresarios y políticos boricuas no son los únicos culpables, sino que también aquí entran los buitres de Wall Street. Por décadas, inversionista al por mayor de la bolsa de valores, han empujado la corrupción a través del incentivo a los gobiernos de la isla, para que sigan adquiriendo deudas que llevó a Puerto Rico a una banca rota. Solo un bagazo han dejado de las finanzas de la isla.
El gobierno de EEUU, especialmente el de Obama, fue bien permisivo y poco riguroso al no ejercer su rol de fiscalizador de los recursos que maneja el estado asociado de Puerto Rico. Sin embargo a la hora de buscar soluciones, la soga se ha roto por lo más débil, como siempre: Eso se ha traducido en reducción de empleos, las pensiones y bonos davideños de los empleados públicos de la isla.
Es obvio que detrás de las protestas y pronunciamientos de diversos sectores de la vida activa de Puerto Rico, hay un ingrediente político en el trasfondo, verdades y medias verdades, pero esto no termina aquí. Así que con o sin Rosselló, la crisis de Puerto Rico, no termina. El proceso será largo y no menos doloroso para ese valioso pueblo de gente noble y buena.