Zohran Mamdani, la resistencia bipartidista contra la izquierda insurgente en Nueva York

Nueva York: Zohran Mamdani no solo se enfrenta a una elección municipal. Se enfrenta a un sistema político que no tolera desviaciones radicales, ni siquiera dentro de sus propias filas. Su candidatura, convertida en símbolo del avance progresista en Nueva York, ha activado las alarmas no solo del Partido Republicano, sino también del núcleo institucional del Partido Demócrata, que ahora, sin vergüenza alguna, converge en torno al alcalde Eric Adams, un político que ha decidido presentarse como independiente pero que en los hechos recibe apoyo activo de sectores conservadores y demócratas moderados por igual.
La elección neoyorquina de 2026 no será simplemente una contienda entre un demócrata y un independiente. Será un plebiscito sobre la dirección ideológica del Partido Demócrata en una de las ciudades más diversas y progresistas del país. Y en este escenario, Mamdani, a pesar de haber ganado su primaria de forma legítima, está rodeado de obstáculos creados por los mismos actores que deberían respaldarlo.
Mamdani ha sido claro en su visión sobre transporte público gratuito, control de alquileres, justicia climática, defensa de los inquilinos y apoyo incondicional a los migrantes. Pero esa visión ha chocado con una muralla construida desde dentro de su propio partido. Figuras demócratas influyentes como Laura Gillen han alzado la voz para advertir contra lo que llaman una “excesiva radicalización” de la política urbana. La narrativa del miedo al “socialismo municipal” ha sido abrazada, no solo por conservadores tradicionales, sino también por líderes demócratas que temen perder el control sobre las estructuras partidarias de Nueva York.
Mamdani ha sido blanco de una ofensiva mediática feroz. Se le acusa de ser “antiamericano”, “enemigo de la policía”, y hasta “aliado de extremistas internacionales”, una narrativa impulsada por medios conservadores y por el exalcalde Rudy Giuliani, pero amplificada por actores demócratas que se niegan a que su ciudad se convierta en un laboratorio progresista.
Eric Adams, el candidato de los que temen al cambio
En medio de este fuego cruzado, Eric Adams ha sabido moverse con astucia. A pesar de presentarse como independiente, Adams cuenta con el respaldo de sectores empresariales, sindicatos moderados, líderes comunitarios tradicionales y, más recientemente, con el guiño público de figuras del Partido Republicano.
Donald Trump lo elogió. El multimillonario conservador John Catsimatidis lo respalda económicamente. Figuras del conservadurismo neoyorquino ven en Adams la única barrera eficaz contra el avance del ala izquierda del Partido Demócrata. Y lo que resulta más alarmante, muchos demócratas están cómodos con esa alianza. Prefieren perder bajo un “independiente conocido” que arriesgarse a gobernar con un demócrata que desafíe el orden neoliberal.
Adams ha capitalizado los temores sobre inseguridad, caos económico, discurso racial incendiario. Y ha construido una plataforma de centro-derecha que, sin decirlo explícitamente, pretende frenar la insurgencia progresista representada por Mamdani. Su candidatura es hoy el eje de una coalición silenciosa pero efectiva entre demócratas temerosos y republicanos estratégicos.
En medio de esta batalla de élites, hay una pregunta fundamental, ¿dónde queda la ciudadanía? Mamdani ha convocado a miles de voluntarios, ha ganado primarias contra todo pronóstico, y su campaña ha sido financiada en su mayoría por pequeñas donaciones individuales. Representa a jóvenes, inmigrantes, trabajadores de bajos ingresos, y comunidades históricamente ignoradas por la política oficial.
Pero su posible victoria ha desatado una reacción visceral de los guardianes del status quo. El establishment político, empresarial y mediático se ha movilizado con una urgencia inusitada para detenerlo. Porque Mamdani no solo quiere gobernar. Quiere cambiar las reglas del juego. Y eso, en Nueva York como en Washington, es inaceptable para quienes han vivido por décadas del orden vigente.
La candidatura de Zohran Mamdani pone en evidencia las contradicciones más profundas del Partido Demócrata: dice defender a los pobres, pero teme a los que realmente los representan; dice ser diverso, pero se asusta cuando un hijo de migrantes levanta una bandera distinta. Mientras tanto, Eric Adams capitaliza el miedo con un mensaje ambiguo y una base de apoyo que mezcla moderación demócrata con conservadurismo duro.
El poder dominicano se identifica con Adams
La comunidad dominicana representa no solo un electorado numeroso, sino un bloque político integral que ha sabido establecer vínculos afectivos y culturales con Eric Adams. Su apoyo va más allá del pragmatismo electoral implica representatividad, reconocimiento y confianza.
Este respaldo amplifica la base de Adams y representa un desafío para Mamdani ya que el progresista no solo debe cautivar activamente a este sector, sino también competir con un candidato que ha consolidado un vínculo simbólico y práctico con la diáspora dominicana.
Lo que ocurra en Nueva York será una señal para el país. Si Mamdani logra ganar, abrirá la puerta a una renovación progresista genuina. Si pierde, confirmará que el bipartidismo tradicional sigue dispuesto a unirse para detener cualquier movimiento que amenace sus privilegios.
En este tablero, el verdadero conflicto no es entre demócratas e independientes. Es entre quienes quieren mantener el poder como está… y quienes se atreven a imaginar algo diferente.
Esteban Cabrera es director de El Faro Latino y analista político.



















