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Entonces. ¡Quien está atendiendo el Colmado!

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Por: Ramón Reví

(El autor es abogado y a analista político, reside en Washington, D.C.)

“En las anécdotas y cuentos se encuentra la sabiduría de los pueblos”. (Profesor Juan Bosch).

Érase una vez, un campesino pobre de Boca Canasta, Bani, quien al darse cuenta, que de seguir viviendo en aquella localidad su desgracia persistiría, decidió emigrar a la capital en busca  de mejor suerte.

Don Pedro, llegó a la capital picando los finales de  los años 50s, él fue uno de los primeros dueño de Colmado en el famoso sector de Villa Consuelo. Debido a su procedencia a Don Pedro le apodaron cariñosamente “BANI”. Raras veces sus vecinos y amigos, le llamaban por su nombre de pila.

Como consecuencia de su infatigable tren de trabajo y su avanzada edad, se encontraba padeciendo de varios quebrantos de salud. Ya estando en cama el amigo Bani, sus familiares esperaban en cualquier momento el peor de los desenlaces.

Desde hace décadas, los llamados “banilejos siembra hielo” se han especializado en la administración de Colmados. Como todo buen comerciante Bani era un hombre sumamente laborioso y responsable. Tenía la ayuda de tres de sus hijos en el negocio, pero nunca dejaba de asistir a su trabajo; como decían en Boca Canasta,  su pueblo, Baní ‘no mancaba”.

Hablando de su responsabilidad, sus conocidos decían, que inclusive durante el terrible paso del Huracán George por nuestro país, “Baní” siguió despachando a sus vecinos, por la puerta trasera de su Colmado, con la ayuda de sus tres hijos, aceite, arenque, bacalao, pica pica, arroz, salsa de tomate, cigarrillos, café, etc., desafiando de forma temeraria, las aguas y ráfagas de vientos, de aquel terrible fenómeno natural.

¡Todo un personaje,  Baní!

Ya en su lecho de muerte,  “Baní” empezó a preguntar por cada uno de sus hijos.

¿Dónde está Josefa, la mayor de mis hijas? Aquí papá, como siempre, dijo Josefa entre sollozos.

¿Dónde está Rafael? Por aquí estoy mi querido padre.

¿y donde está Luís? Aquí estoy papá, nunca te dejaremos solo mi querido viejo? Contestó Luís, con voz entrecortada.

¿Donde está Rosa, la más pequeña de mis flores? A tu lado papá, dijo Rosa, entre gemidos abrazando a su padre.

Y de esta manera, con una voz casi imperceptible, parecida a la de una persona que ya no habitaba en este mundo, que hablaba desde su tumba, Baní fue preguntando por cada uno de sus ocho hijos y cada uno de ellos respondiéndole con la solemnidad de un último adiós.

Al ver Baní que había llamado a cada uno de sus hijos y que todos le habían respondido al estar a su lado en ese momento tan difícil para ellos y para él. Entonces Don Pedro, “Baní” a pesar de la  gravedad, la cual no le permitía ni siquiera levantar su dedo índice; sacó de repente unas fuerzas que aparentaron llegarle del más allá, y se incorporó para decir:

Entonces.  ¡Quién Carajo está atendiendo el Colmado!

Esta historia es parte de la comunidad banileja, el relato lo escucho de labios de un amigo que no es oriundo de esa zona, pero sabe mucho de Colmados. Sin percatarme de la tremenda moraleja del mismo, no paré de reír; hasta que él finalizó preguntándome:

¿Si la mayoría de Ministros están lanzados a una campaña política abierta, a favor de uno de los precandidatos del PLD, sin que los mismos, irrespetando la Ley 41-08, de la Función Pública, hayan solicitado licencia o renunciado de sus cargos?

Entonces. ¿Quién está atendiendo las labores de gobierno? ¿Quién está atendiendo el Colmado?

Mi risa se transformó en una profunda reflexión.

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