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Biden pasó la línea roja con ataques a la industria petrolera en debate

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La campaña se ha empeñado en evitar errores. El candidato demócrata se ha basado en la pandemia de Covid-19 para responsabilizar a Donald Trump de la crisis sanitaria y económica que azota al país y para limitar su exposición a la opinión pública.

Uno de los últimos obstáculos que tenía que superar era  el debate del jueves con el presidente de EE.UU. Y salió airoso, excepto en un pasaje: la industria del petróleo, de la que dependen millones de puestos de trabajo y que tiene peso en estados decisivos para la elección.

Trump le mostró la muleta durante el bloque dedicado a cambio climático y Biden acudió con prestancia. «¿Cerrarías la industria del petróleo?», inquirió Trump. «Sí. La reconvertiría», respondió Biden. «Es una declaración fuerte», reaccionó el presidente, encantado de haber encontrado una grieta en su rival. Biden trató de decir que su objetivo es «sustituir» a la industria petrolera por energías renovables a largo plazo y, ahora, «dejar de dar subsidios» al petróleo.

Pero Trump aprovechó para explicar a los estadounidenses, pegados al televisor en el debate, su versión: «Básicamente, lo que dice es que quiere destruir la industria del petróleo», dijo. «¿Te acordarás de esto, Texas? ¿Te acordarás de esto, Pensilvania, Oklahoma?».

Después del debate, Biden, consciente del resbalón, trató de insistir con los periodistas en que se refería a acabar «con los subsidios, no con los combustibles fósiles». Pero Trump tendrá en su poder para lo que resta de campaña la imagen de Biden respondiendo de forma afirmativa a la pregunta de si cerraría la industria petrolera.

El asunto puede tener impacto en estados dependientes de esta industria y que pueden influir en la elección. El principal es Texas, donde Biden había ascendido en las encuestas hasta el punto de poner en peligro para los republicanos un estado que les vota desde hace décadas.

Pero va más allá. Para cierta parte del electorado de clase media, el ataque a esa industria va contra un elemento esencial del éxito económico del país y a una cultura ligada al coche y a los precios bajos de la gasolina. Y se suma, como parte del sector energético, a las dudas que Trump disemina sobre el apoyo de Biden al «fracking» y la industria del gas natural, que es decisiva en Pensilvania, quizá el estado que determinará la elección, u Ohio, donde Biden también había recortado la distancia con Trump.

Fuente: ABC

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