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Heridos en accidentes de tránsito y riñas colman Emergencias del Moscoso Puello y el Darío

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La Emergencia del Hospital Traumatológico Darío Contreras presentó este lunes gran dinamismo en horas de la mañana, recibiendo un flujo constante de pacientes principalmente heridos en accidentes de tránsito o en riñas durante las celebraciones por el Año Nuevo.

Cerca de la puerta se encontraba Arquímedes, quien esperaba informaciones sobre el estado de su hijo adoptivo Dariel, de unos 30 años.

«Le partieron la cabeza; no sé si fue con una botella, una pedrada o un machetazo, pero, ahí está partido», dijo el señor.

Narró que Dariel, quien vive solo en el sector La Isabelita, se trasladó anoche hasta Lengua Azul, también en Santo Domingo Este, donde fue herido en la cabeza. Desconoce los detalles de cómo trascendieron los hechos.

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En el caso de Jessica, su esposo Robinson iba en una motocicleta y lo chocó un carro cerca de la medianoche en el sector Villa Esfuerzo, el cual emprendió la huida. El hombre se rehusó a ser atendido en el Hospital El Almirante «porque no había placa».

A pesar de no tener heridas graves visibles, el fuerte dolor en la espalda no lo dejaba dormir y esperaron a que amaneciera para requerir servicios en el Darío Contreras.

«No tenemos ni media hora aquí y ya le hicieron la placa», comentó la joven sobre la rapidez en la Emergencia.

Durante la vistia de Diario Libre se pudo observar a una jovencita que recibió una puñalada en el costado derecho, un hombre que llegó con una rotura en el fémur derecho, otro con el rostro cortado con una botella en un pleito en Capotillo y un grupo de cuatro chicas que interrumpieron la fiesta y llegaron al hospital con un galón de vino en la mano cuando a Jennifer, una de ellas, la chocó una yipeta mientras conducía una pasola.

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De este grupo, todos se negaron a hablar con la prensa, diferente a Juan, chofer de concho, quien contó que a su hijo Luis Manuel, de 23 años, le cortaron la cara en el sector La Toronja.

La versión del padre indica que tres hombreatacaron a su hijo «en un teteo» y este se defendió, hiriendo con un arma blanca a uno de ellos.

«Lo están cosiendo, pero lo tienen esposado ahí dentro», detalló.

En el Moscoso

Argenis Reyes esperaba en una silla de ruedas a que su hermano llegara a recogerlo. El joven de 26 años recibió el impacto de un vehículo modelo Sonata, color blanco, mientras transitaba a las 6:00 de la mañana en un motor por la avenida Padre Castellanos (antigua 17) con destino a Los Tres Brazos, donde vive.

«Estaba parado y, cuando salí, el carro me dio», comentó mientras se agarraba el cuello y la parte alta de la espalda donde todavía sentía mucho dolor.

«Seguro estaba borracho porque él salió brisia’o», agregó. Asegura que no llegaron a anotar el número de placa del implicado.

«Ahí adentro hay muchos heridos», expresó Juan Báez, residente en el Ensanche Capotillo.

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A las 5:00 de la madrugada, Laura Sánchez, esposa de Juan y de unos 75 años de edad, lo despertó para decirle: «Me duele el cerebro«.

Sánchez sufrió un accidente cerebrovascular y cayó desplomada en el suelo.

«Iban a llamar al 9-1-1, pero mejor la trajeron en la yipeta de un sobrino para más rápido. Ahora hay que esperar a ver si reacciona porque está intubada», contó con gran tristeza.

En el ambiente también se evidenciaban algunos intoxicados con alcohol y pacientes que salían de la Emergencia con vendajes en los brazos o en la cabeza luego de ser curados. La mayoría de los heridos y sus familiares llegaban a este centro sanitario a bordo de motocicletas.

Un dato que llama la atención es que el personal de salud ya tenía una silla de ruedas en la misma puerta de la Emergencia para llevar rápidamente al interior a los pacientes que iban llegando.

Tranquilidad en el Robert Reid

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Infografía

Un ambiente contrario se observaba en el Hospital Pediátrico Robert Reid Cabral, donde el área de Emergencia y los pasillos lucían despejados.

«¡Esto está vaciíto y ojalá se quede así!», exclamó uno de los agentes de seguridad que custodia la entrada al centro sanitario.

Un bebé con un dedo lastimado y una abuelita que esperaba para relevar a su hija fueron los únicos casos avistados al momento de la visita.

Idalia Valdez se comía un café con pan mientras esperaba que bajara su hija para que esta pudiera ir a ducharse a la casa. El pasado miércoles 27, su nieta de un año de edad se quemó el pecho con una vela.

«Es una muchachita tremenda. Mañana viene la doctora y estamos esperando la evaluación para ver si le dan el alta médica», dijo la señora residente en Villa Consuelo.

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