El Norte de Philadelphia también es un santuario para violar la ley, prostituirse y traficar drogas
Norte de Philadelphia, PA: Como en el viejo oeste, el norte de esta ciudad no es tan solo un santuario para los inmigrantes. Es también un verdadero escondrijo de ladrones, criminales, prostitutas, traficantes de estupefacientes, en donde se mesclan los adictos con los transeúntes.
El panorama es tétrico: Es el verdadero limbo, donde colindan la vida y la muerte, el punto de no retorno de la esperanza, la desnudez social que susurra un murmullo de tristeza y desesperanza humana exacerbada ante una indiferencia controlada por la voracidad de un agresivo mercado inmobiliario que apostó al caos inspirado por el abandono absoluto para luego pescar en la pestilente cresta de este lodazal y miseria humana.
No hay nada más parecido al mismo infierno en la tierra que el norte de Philadelphia. Aquí todo es igual. Da lo mismo de día que de noche. Mujeres jóvenes deambulan por las calles vendiendo una pizca de amor por 5 dólares. Parecen zombis, están bajo la influencia de todo tipo de drogas. A cierta distancia se ve uno que otros hombres, son los “Chulos” la protegen a cambio de una migaja de la miseria que consiguen, sexo y en muchos casos ellos son los vendedores de los opioides o la heroína.
Estamos en Kensington Avenue. Esto es tierra de nadie, en el pasado fue un activo centro de negocios, la meca de la prosperidad comercial del norte de Philly. Esta avenida se extiende a todo lo largo del elevado por donde va el tren de sur a norte. Más del 95% de los negocios quebraron y sus puertas están cerradas. Es un fiel testimonio de los estragos que ha dejado el tráfico humano y de estupefacientes en el área de Kensington alentado por el voraz mercado inmobiliario que apostó al fracaso ajeno para pescar en mar revuelto.
Es la verdadera confluencia de la ficción y la maldita realidad del famoso “Air Bridge”, conocido en español como “El Puente Aéreo”, cuyo escándalo trascendió a escala nacional en Estados Unidos, tras darse a conocer cómo los jóvenes quedaron atrapados después de haber sido engañados por falsas casas de ayuda. Medios noticiosos locales se hicieron eco de una información que denunciaba un esquema de explotación humano que se extendía desde el Caribe hasta el norte de Philadelphia. Los reportes daban cuenta que este flagelo había aumentado el número de personas sin hogar en la ciudad, familias rotas y derechos humanos quebrados.
Trascendió que grupos religiosos locales que manejan centros de tratamiento sobre drogas en el área de Kensington, Farnkford y Fairhill viajan a Puerto Rico para atraer a los usuarios y otros programas de tratamiento en la isla para que envíen a los adictos.
Se estableció también que estos grupos religiosos se unieron con algunos alcaldes, policías, pastores y organizaciones que ofrecen tratamiento de drogas en la isla para ofrecerles un “paraíso en Philadelphia” en donde los usuarios de drogas podrían salir de sus hábitos en instalaciones iguales a un “hotel de lujo”.
Sin embargo, al llegar, los adictos se encuentran en instalaciones sin recursos, destartaladas, donde son maltratados, les secuestran sus documentos y con ello los beneficios de asistencia social, engañándolos por completo y tirándolos posteriormente a las calles.
Desde que estalló esta crisis en el 2016, miles de jóvenes puertorriqueños y Filadelfianos han muerto por sobredosis de opioides y otros narcóticos.
A raíz del escándalo nacional, la ciudad creó la fama de poseer el mercado de la mejor y más barata heroína en EE.UU. Ello obligó al Alcalde Jim Kenney a crear el grupo de acción “ Task Force” que se dedicó al manejo del escándalo de la epidemia de los opioides. Sin embargo, nada de esto ha valido.
El acceso a la heroína o fentanilo es tan sencillo como comprar un pedazo de pan. En cualquier esquina se vende los narcóticos públicamente a un módico precio de $5 por cada dosis. Hay drogas que es preparada con nombres especiales, como: “Santa Muerte”, generalmente droga alterada con tóxicos para obtener efectos de sobredosis y si uno se muere, se corre la voz…”en ese punto hay droga buena y pura”.
Así, murió el área de Kensington. Ahora 95% de los establecimientos, están cerrados. Los edificios se caen a pedazos y los propietarios los están perdiendo por no poder pagar los taxes ni pueden repararlos. Entonces he aquí la explicación de todo. Reconocidos empresas inmobiliarias están comprando todas las propiedades cerradas a precios de vaca muerta, reparándolas y disparando los precios de las mismas. Así que por lo que se ve, dejaron hundir Kensington, para luego venir, comprar barato, reparar y vender caro. El proceso de reconstrucción ya empezó y se dice que ya los precios de las propiedades subieron sobre el medio millón de dólares por propiedad.